Últimamente me siento como velero sin viento, como otoño sin hojas, como amor sin ti. A veces creemos que nos falta algo sin saber a ciencia cierta qué es. Siempre queremos más de lo que tenemos, por obsesión o por simple ambición.
Estoy recordando lo que me dijo aquel día. Aquello que se clavó como una astilla molesta que desgarra poco a poco si intentas moverla de donde está. Malditos los sentimientos que aparecen a sus anchas. Malditos los momentos insospechados. Y malditas las palabras que no quieren ser oídas.
Sería hipócrita decir que no me hizo daño, que no me molestó; yo, que me limité a tragarme lo amargo y a contenerme para no gesticular, en realidad me ahogaba por dentro.
El maldito miedo al cambio, al adiós definitivo y al olvido. Los remordimientos, las falsas sonrisas y los 'simples conocidos'. Y es que, los recuerdos siguen ahí, pero saber que deben estar encerrados dentro... eso es difícil de comprender.
Quizás es egoísta pensar que no quería ser esa simple conocida, pensar en que podría seguir siendo especial como esa persona que supo entender y estar ahí para cambiar los días.
Las palabras ya no me salen con tanta facilidad. O puede que realmente tenga miedo de las palabras que salgan.
Se acaba aquí mi Octubre, aunque ya en Noviembre.
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