31 de enero de 2021

Enero 31.

Para ti que ya no estás.

Pensé que mi abuelo sería eterno, o al menos en mi mente siempre vivirá de esa manera. Entiendo que emprendió su vuelo hacia un lugar lleno de paz, después de haber vivido tantos años.
Miro hacia atrás y los recuerdos me inundan entre lágrimas todo lo que vivimos juntos. Consiguen que regrese a esos días maravillosos que aterosoro en el alma y que cuido con mucho cariño.

Bondadoso, cariñoso y único. La tierra hoy ha dado la vuelta al sol sin él, ocupando un vacío más grande que el propio planeta. Dedicado a su trabajo y sobre todo a su familia. Galán y a veces descortés, con su valentía consiguió salvar vidas y una de ellas fue la mía. Su fuerza de voluntad, su permanencia, su firmeza y perseverancia lograron surcar mares y saltar barcos. Tauro de pura zepa. Dejaba huella allá donde pisaba y se comía a todo aquel que se interpusiera en su destino.

Mi abuelo, el de los abrazos más puros, más sinceros, con millones de caprichoso por ser cumplidos. El mejor abuelo del mundo lo tenía yo, el más guerrero, el mejor marido y padre.

A veces me pregunto qué habría pasado si se hubiera quedado más tiempo a mi lado. Pero aún así sé, que a pesar de la distancia, me cuida y me apoya sintiéndose orgulloso de todos mis logros.

Después de este año tan efímero me doy cuenta que, las personas que amamos nunca se alejan y siempre serán eternas en nuestro corazón, si así lo queremos. Solo puedo darle las gracias por haber existido y por tener la inmensa suerte de haber sido su nieta.

Hasta siempre, abuelo.


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