me has roto todas las costuras. Has llegado al centro—justo entre las páginas 156 y 157—y has desgarrado con tus manos negras esto tan fino que soy; esto que reconstruí para ti con mucho hilo y aguja.
Sé que posiblemente yo no sea la mejor historia que hayas leído en tu vida (ni siquiera impresa estoy en el mejor papel ni con la mejor tinta), sé que tengo vacíos temporales y que mi forma de ser falla en la mayoría de las vivencias que juro haber sufrido pero, amor, te prometo haberme escrito para quererte.
Toda mi vida—pequeña y triste vida—la he pasado dejando apuntes en los bordes de mis páginas para ser mejor novela; he escapado de miles de historias y he sufrido en mis propias tapas el dolor de ser un libro olvidado en cualquier banco. Así pues no me cierres, no me arrugues y ten en cuenta que ser de tapa blanda no ayuda a protegerme de los golpes que le das a la vida con mi cuerpo.
Soy frágil, como tú.Y si me dejas demasiado tiempo entre libros imposibles de leer, no habrán amaneceres que me repare el corazón; me oxidaré. Y entonces quedaré tirada, fría, sola y vacía sobre la sábana sucia de algún rastro: esperando que otras manos—ya no tan negras como las tuyas—me relean, empezando por aquello de <
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