Todo con lo que no pudiste cargar, lo que pesaba tanto que preferiste dejarlo conmigo pero sin ti. Aquello que te daba miedo coger, que te aterraba rozar. No fuera a ser que los recuerdos te impidiesen huir.
Me dejaste tus fobias, tus prisas, tus desvelos. Todas tus noches en vela, conmigo acariciando tu pelo hasta que te quedabas dormido. Tus tardes de lluvia contra los cristales, rozándola con tus dedos llenos de melancolía inmensa.
Dejaste las sábanas impregnadas de tu risa, de todos los domingos por la tarde de películas de amor infinito.
Te fuiste sin vaciar las últimas colillas, aún calientes, en las que respiraste el humo blanco de las despedidas calculadas. Dejaste la radio puesta, llena de canciones tristes que decían todo lo que no pudiste escribir sobre una nota en la nevera.
Cerraste la puerta sin hacer ruido. Como el que se va sin querer ser visto, sin lágrimas compartidas, sin abrazos de despedidas interminables. Sin un beso, sin una mano diciendo adiós, cortando el viento y la respiración.
Y yo, perdida en mi sueños, fui incapaz de intuir la mayor de las pesadillas. La de la cafetera vacía, la de la persiana sin subir, la del desayuno sin hacer. La de mi vida sin ti.
Espero que al menos, me recuerdes,como yo lo hago. Aun que no quiera reconocerlo. Es inevitable borrar capítulos del libro ya escrito.
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