No busco alguien que me quiera eternamente, pero sí que en el ratito que lo haga de su vida lo haga bien. Ni siquiera mucho. No busco que su vida gire entorno a mí, pero sí ser su primer pensamiento al despertar. Al acostarse nunca, porque espero estar ahí, a su lado, en el último parpadeo que tenga en su día.
Es difícil querer en cierta medida a alguien. Siempre llegamos a un punto en el que el amor se vuelve obsesión. Queremos ser dueños de esa persona, cuando no hay nada más bonito que el que esa persona pueda elegir siempre, y siempre te elija a ti. Quiero a alguien que nunca dude que le deseo en todo momento, pero que tampoco me tenga segura. Cuando estamos seguros de algo o de alguien deja de tener la misma importancia. Somos así de absurdos.
Cada día debe ser una conquista nueva, un nuevo cruce de miradas, un primer beso, una primera sonrisa tímida, un primer roce que te deje la piel de gallina y con ganas de decir que no pare. Que no pare nunca.
Quiero a alguien que tenga claro la importancia de mis amigas en mi vida, aunque ello conlleve salir de fiesta, o quedar con más amigos. Que nunca se preocupe de esas situaciones. Tampoco quiero que sea correcto en todos los aspectos de su vida, yo ni muchísimo menos lo soy. No podría estar con alguien al que le falte un poco de locura, un poco de “eso no se puede hacer”, un poco de romper todas las normas, pero que cuando tenga que tener cabeza,la tenga por los dos.
Quiero decir, que nunca sabré la chica que seré en una nueva relación, pero, oye, por pedir que no quede.
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