28 de agosto de 2015

Vamos a pegarnos como animales

Cómo decirte que estoy harta de esta alcantarilla y de toda esta mierda que nos rodea. Me han enseñado a aguantar todo tipo de putrefacción, incluso cuando no es ni la mía misma. Podría aceptar que hemos cambiado, si no fuese porque al final he decidido que ya no soy la misma rata que conociste. Ahora sueño con otros conductos, y aunque sea la misma mierda, que sea en otro lugar, con otras ratas.
¿Cuánta mugre tenía que soportar nuestro amor?
¿Por qué no puedo decirte simplemente: ‘adiós’?
No deberías jugar tanto, vuelves y vienes sin contar conmigo. Acabaré jugando yo también contigo. A veces le tengo envidia a los fantasmas que mi cabeza pone a tu alrededor, todos aquellos que viven en nuestros recuerdos, que tienen mi forma y te besan, que te tocan, a tu otro yo, también intangible, imposible.
A veces le tengo envidia a mi mente, por poder escapar durante algunos momentos fuera de mi misma.
Resulta ilógico que durante toda mi  infancia me hayan enseñado a ser buena, a no drogarme, a quererme, a hacerlo todo con precaución, a no mentir,  a valorar lo que tengo… Para después valorar a personas que nunca han pensado en mí más que cómo un polvo. Acabé por aprender que hay veces que es necesario sobrepasar esos límites para poder dormir por las noches sin llorar o sin plantearte si estás aprovechando tu vida.
Al final no acabas siendo lo que te enseñan, sino lo que te toca vivir.
Del amor acabé aprendiendo que es más fácil acabar con un idiota que te baje las bragas, que con un hombre que pueda quererte la mitad que tu padre. No creo que sea mala persona, pero he querido demasiadas veces a gusanos, que han acabado llenándome de agujeros, por los que ahora se cuela cualquier estúpido capaz de hacerme sonreír una noche.
Al final todos nos aprovechamos de todos, y lo peor es que eso nos sorprende. 
No soy una princesa, no soy preciosa, no sé que haré conmigo, no soy una flor delicada y me gusta no serlo: Voy a defender mis estúpidos sueños hasta el final, porque es lo único estúpido por lo que vale arriesgarse hoy en día.
Me gusta quemar mi vida, gastar mi tiempo y mis neuronas en cosas que puede que nunca me beneficien, ni que me hagan famosa, ni más increíble, ni más guapa… pero que valgan lo suficiente para hacerme sentir viva. Y que eso te enfade, me gusta.
Me da igual lo que puedas pensar o lo poco que me valores, me das tanto igual que no sé si echarte de menos o acostarme con cualquiera. No sé a quién culpar de esto que nos ha sucedido, si a la sociedad por prometerme una historia de amor irreal, o a mi, por pensar que podía tener algo así de estúpido con alguien tan poco irreal.
Ya basta de echarle la culpa a la sociedad por todo, empecemos a decidir por nosotros mismos qué cloaca nos gusta más para vivir y alejémonos de las ratas que no nos convencen.
Y tú no me gustas nada ya.
No soy una princesa, no quiero un cuento de hadas, no quiero un príncipe que me regale flores;
soy una zorra con cerebro, con una vida normal, hija de la droga, que quiere un hombre real, que le haga el amor un par de veces al día y sea capaz de fregar los platos por sí mismo.
Alguien de verdad, de carne y hueso. Para una mujer de verdad que está cansada de fantasmas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario