9 de agosto de 2015

Sálvame,tu que puedes

La conocí como conoces a ese tipo de personas, sin saber que iba a ser ella y con una voz diciéndome: no la cagues con esta. Pasaron los años, pasó la vida, salió mal. Y así resumo al gran amor de mi vida, la persona que siempre intenté salvar de sí misma y no pudo salvarme de mi mismo. Este es el verdadero final de la vida: Nunca digas nunca, pero nada es para siempre.
Tienes que entenderlo supongo, a todos nos puede pasar, a mí, a ti; nos ha pasado de hecho, es algo más común de lo que pensamos, y sin embargo cuando nos pasa no hacemos nada por evitarlo, dejamos que nos rompa y que nos pueda la situación. Vivimos con riesgo porque sin riesgo no es vida, ni es nada.
Me parece casi imposible, después de algo tan sobrecogedor, de tanta emoción y de tanto sentimiento; después de compartir tanto de uno, volver a tener el control sobre algo en la vida, volver a querer ser el mismo. Ya formamos parte de otra corriente que nos arrastra, hay que nadar muy fuerte para salir y encontrar otra nueva otra vez. Sobretodo cuando una parte de ti había estado en el control de otra persona, aunque ni esa persona lo supiese. Fueron 5 años, sabes, 5 años en los que no supimos hacerlo de la mejor forma, pero fueron nuestros, fueron reales.
Así quise yo a esa chica, dejé que entrase en mi vida totalmente, la quise como si yo fuese el único que pudiese salvarla y ella a mi cómo si no pudiese sobrevivir sin mi. Yo era una persona normal que tenía a sus amigos, a su familia, sus hobbies, y todo eso era mío, yo era mío, mi vida era mía: hasta que ella llegó y poco a poco empezó a ser parte de todo eso que era mío.
Yo decidí compartirlo con ella, porque ella estaba tan alejada de tener una vida propia como yo de no querer dejarla entrar en la mía. Y entró: entro de lleno. La quería en mi. Y cuando se fue me quedé sin saber a dónde mirar, ni a quién llamar. Todo era ya de ella, qué irónico, me quedé sin poderes para salvarme a mi de esa situación.
Ella hizo que yo la protegiese, me hizo creer que yo era la persona que iba a salvarla de todos y de todo en este mundo. Y durante 5 años creí que lo estaba consiguiendo, creí que estaba bien así. Le cedí los derechos de mi vida para demostrarle que podía hacer conmigo lo que quisiese; y eso fue algo que nunca me preocupó porque yo creía que tenía aún el control de mi vida.
Después vino lo típico, pasó el tiempo, el cuento de los niños que crecen: empezamos a vivir juntos y las cosas no fueron bien. Fue ahí cuando ella empezó a olvidarme, cuando comenzó a coger carrerilla, cuando empezó a vivir su vida, a conocerse a sí misma, cuando se encontró; cuando no supo conciliarme en esa nueva etapa.
Ella empezó a ser su verdadera heroínadejó de necesitarme porque se cansó de que siempre la salvaran…
Mi error fue pensar que ella era mía, que yo tenía el control de todo, que siempre iba a estar conmigo para que la salvase, y al final me van a tener que salvar a mi para poder olvidar a esa chica: era ella la que me tenía a mi, siempre fue ella la que me salvó a mi durante todos esos años.
Como me dijiste antes tú, el cambio es una constante de la vida, pero me sentí taaan frustrado conmigo mismo… Yo  había decidido darle toda mi vida en un momento en el que ella no tenía nada, a nadie, y al marcharse me quedé siendo el mismo de siempre, con lo de siempre, pero todo tenía su nombre incrustado. De los dos fui yo el que nunca cambió por miedo a que me dejase y  me dejó por no cambiar cuando ella lo hizo.
La situación me ha llevado a cambiar también, es lógico, el dolor y la desesperación te obligan a hacerlo; a mi me gustaba mi vida de antes, me gustaba el yo de antes, y si te soy sincero, creo que lo que más me gustaba es que me conocía, sabía quién era, no como ahora, que estoy demasiado perdido, no sé quién soy ni qué quiero. He perdido el control.
Si te soy sincero, ahora me gustaría que me salvase alguien, otra persona, un súper héroe de DC o Marvel, alguien que pudiese darme seguridad y matar mis horas muertas. Eso es lo que más miedo y rabia me ha generado en todos estos meses sin ella, no ha sido el no tenerla, -porque eso ha sido dolor y vacío más que nada-, lo que realmente me ha desesperado es el haber estado conmigo a solas tanto tiempo, el haber tenido y tener que aprender a lidiar conmigo mismo cada día, sin nadie. Conocerme ha sido muy duro, conocer a mi yo de ahora, quiero decir.
Matar las horas muertas contigo mismo puede hacer que todo sea un disparate a veces: un dispárate en la cabeza susurrado a ti mismo. Y puedo admitirte que cada vez me soporto mejor.
También están esos días malos y negros absolutos; días en los que aún sueño con ella, si antes quizás sí que era un día malo de verdad, ahora si me pasa, pienso acostado:
“Voy a levantarme de la cama y a hacerme un vaso de leche”.
Hay muchos héroes en la vida real, lo sé, y tú lo sabes también; están en los amigos, están en los padres, en las personas que siguen luchando por cambiar este mundo; en las personas que te educan; pero también están dentro de uno mismo:
son los que nos salvan en silencio día tras día de nosotros mismos.  
Nos ayudan a no caer cuando los demás se van y nos recuerdan que ellos siguen ahí para ti; nos enseñan que a veces es bueno dejarse salvar un poco cuando no tienes fuerzas ni tú mismo para sujetarte, también que nunca debemos olvidarnos que nosotros tenemos también nuestras alas y nuestra propia fuerza para combatir todo lo que esté por venir.
Durante mucho tiempo yo me sentí cómo su héroe, sentí que la había salvado de su mierda de vida anterior, me sentí útil y fuerte a su lado, sentí que por fin alguien valoraba lo que hacía; por eso cuando me dejó, me sentí vacío, sin poderes, sin nada, sentí que quién me salvó, fue ella a mi,
¿Y ahora a quién ayudo? ¿Quien me necesitará ahora? 
La respuesta me la dio el tiempo y el dolor, como siempre que aprendemos algo de verdad: No necesitamos que nadie nos salve, sólo necesitamos salvarnos a nosotros mismos y saber quiénes somos. Nosotros somos las personas que más necesitamos en los peores momentos, el resto es sólo una columna de decorado si tú mismo no eres el pilar central con más fuerza.
Si te soy sincero, ahora mismo lo pienso, y de corazón, me alegra que haya conseguido encontrarse a sí misma. Pero más me alegra saber que yo también me estoy encontrando.Por fin.
Me estoy salvando poco a poco. Por fin.”
Gracias por esta conversación tan sincera y tan llena de vida, aunque esté medio rota, me has enseñado mucho sobre la fuerza interior. Gracias por salvar a alguien tan increíble, a ti mismo. Te quiero, la próxima vez estarás más que salvado, más que recuperado, y feliz. Eres todo un héroe.

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