8 de abril de 2011

El que nada duda, nada sabe



Aquello se me había ido de las manos. Había dejado pasar el tiempo, sin pararme a pensar en las consecuencias, sabiendo que, como siempre, sería yo el que acabaría destrozado por dentro. Yo la quería, lo había dado todo por ella. Por primera y única vez en mi vida había sentido lo que era el amor de verdad, notar escalofríos recorriendo todo tu cuerpo al verla, hacer el amor sintiendo eso, amor. No necesitar nada más que abrazarla, retenerla entre mis brazos para no dejarla escapar nunca. Y precisamente era esto último lo que no había conseguido. Ella se había refugiado una noche en los brazos de otro, y desde el mismo momento en que me enteré, supe que aquello ya no tenía solución. La perdoné, intenté hacer como si nada hubiese pasado, sólo por quererla tanto que a veces hasta dolía. Y vaya que si dolía.
En muchas ocasiones, mi corazón y mi razón debatían sobre el rumbo que debería tomar ahora mi vida. La razón me decía que acabara con todo aquello, antes de que fuera tarde porque, por mucho que quisiera, nunca conseguiría olvidar aquella traición. El corazón me decía que no podía dejarla aunque me doliera lo que había hecho, porque la quería tanto que si me alejaba, sería como desprenderme de una parte de mí sin la cual no podría vivir.
Sólo yo sabía qué era lo mejor para mí y a quien debía hacer caso, y aunque mi corazón luchaba cada segundo por que triunfara aquel amor que ella había destrozado, supe que tenía que dejarme llevar por la razón, porque a la larga, sería más feliz así. Porque si seguía con ella no volvería a confiar de la misma manera, y me acordaría día tras día del dolor que me causaba su traición.
Así que decidí irme, con la esperanza de poder olvidarla algún día, sabiendo que sería muy difícil pero que, aún así, sería lo mejor.
Dejé atrás aquello, como si cerrara con un candado el diario de mi vida y tirara la llave al mar para no poder abrirlo nunca. Puse punto y final a esa historia para poder, quién sabe en cuanto tiempo, poder empezar de cero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario